jueves, 30 de agosto de 2012

El gremio de los magos

Como ya dije en mi entrada anterior, regalé El gremio de los magos a mi hermana en un intento por engancharla a una nueva historia y de darle una lectura de verano. Para mi sorpresa, el libro pasó de ser una lectura de verano a ser una lectura inolvidable para ella.


Para empezar, forma parte de una trilogía, Las crónicas del mago negro, se llama. Y este es el primero de la saga. Mi hermana me dijo un día: he dejado de leerlo en la playa para leerlo en casa de lo intrigada que estaba. Me alegré mucho, porque, aunque hay libros buenos, no hay libros que enganchen tanto.

La historia es sencilla: en una ciudad fantástica, el rey tiene un trato con el gremio de magos. Ellos tienen una parte de la ciudad para desarrollar sus estudios y a cambio ayudan al rey a mantener la ley en la ciudad. Por un motivo antiguo, cada año se hace en la ciudad "la purga", los magos recorren las calles más pobres dentro del recinto amurallado y expulsan a mendigos y delincuentes hacia el exterior de la ciudad, donde hay otro barrio de desahuciados. Así que las gentes ricas viven dentro de las murallas y las gentes pobres viven fuera. No hay que decir que las gentes pobres odian a los magos.

Un año, durante la purga, unos chavales están tirando piedras a los magos, solo por diversión y por desquitarse un poco, ya que los magos mantienen una barrera invisible que los protegen. Ni siquiera están prestando atención a los demás. Sonea, la protagonista, es una de estas gentes a las que quieren expulsar del interior de la ciudad. Sonea se encuentra con unos antiguos amigos, los chicos que tiran piedras y que pertenecen a una banda. Sonea, enfadada por ser expulsada de su casa, lanza una piedra, desea darle a los magos y sorprendentemente, atraviesa la barrera mágica y acierta a uno en la sien.

Así es como descubre que puede usar la magia.

A partir de aquí, Sonea, con la ayuda de uno de sus amigos, tiene que huir de los magos que quieren capturarla.

Y hasta aquí puedo leer para no spoilear a nadie.

Mi opinión de libro es que es entretenido y la historia es buena. No me ha gustado tanto como a mi hermana, porque me parece algo lento en la primera mitad, aunque en la segunda mitad mejora mucho. Pero creo que es una historia que puede dar mucho de sí. Aparecen varios personajes que prometen y que hacen que la historia sea más interesante. El final queda abierto, planteando el que será el siguiente libro, y de una forma que intriga al lector.

El libro está recomendado para todo aquel que quiera leer una historia fantástica entretenida y que quiera adentrarse en otra saga que puede dar mucho de sí.


Por mi parte, os seguiré informando cuando lea los siguientes.

lunes, 27 de agosto de 2012

Lecturas de verano

Regreso al blog, siguiendo mi premisa de tomármelo con calma, con una reflexión que me asalta cada verano. ¿Qué es lo mejor para leer en verano? Quiero que el lector preste especial atención a que no he preguntado: ¿qué se debe leer en verano? Porque en verano, y en cualquier otra época del año, se debe leer lo que se quiera. Así que vuelvo a la pregunta inicial: ¿qué es lo mejor para leer en verano?

La respuesta, aparentemente sencilla, es más complicada de lo que parece, porque para gustos los colores y respuestas hay tantas como lectores en el mundo.

Me remito a un ritual que mi hermana y yo seguimos cada año. El 23 de abril, Día del libro, nos regalamos un libro mutuamente. El único requisito es que la otra persona no lo conozca. Es decir, no puedo ir a la librería, buscar un libro de su autora favorita y quitarme la responsabilidad de encima. Nuestras lecturas regaladas van más allá, y es que debemos regalar algo que la otra persona no conozca, pero que creamos que le va a gustar.

Este año, sin saberlo, nos hemos regalado una lectura veraniega. En un intento por engancharla a un libro entretenido, de esos que empiezas y no puedes dejar de leer, le compré El gremio de los magos, y sin saberlo, la metí de cabeza en otra trilogía de carácter fantástico, de la que hablaré en la siguiente entrada. En un intento por hacer lo mismo, ella me regaló a mí 1Q84, del que hablaré en otro momento. Cuando nos lo regalamos, nos dijimos lo mismo: "te lo he comprado para que lo leas en la playa o en la piscina este verano". Ambas hemos seguido ese consejo y ambas hemos disfrutado con nuestros mutuos regalos.

Pero, ¿por qué esa lectura era una lectura de verano? Porque tiene todos los requisitos para serlo.

Para empezar, una lectura de verano debe estar en formato libro. Desde hace varios años leo casi todo en mi libro electrónico, pero las lecturas de verano deben estar en papel para que, cuando me las lleve a la playa o a la piscina, no se estropee.

La lectura de verano debe enganchar casi desde el comienzo. Si la lectura es aburrida, pensarás más en darte un baño o en tomar el sol que en qué ocurrirá a continuación en la historia. Tampoco debe ser una lectura demasiado intensa. Como ya he dicho, para gusto los colores, y lo digo yo que he leído de todo en la playa, pero hay lecturas que deben digerirse bien y darles el tiempo que necesitan. Por ejemplo, yo he leído libros de Gabriel García Márquez en la piscina, pero de vez en cuando, tras leer un párrafo especialmente profundo, he tenido que cerrar el libro un instante, mirar al vacío y disfrutar de lo que acababa de leer. Una lectura de verano no puede interrumpirse, porque es mayor la curiosidad por saber qué ocurrirá a continuación.

Una lectura de verano también debe tener pausas, bien entre capítulos, bien entre escenas para tener la capacidad suficiente para cerrar el libro diez minutos y darse un baño. Por eso, aunque sea una lectura de verano, me gusta dejas las últimas setenta páginas, como mínimo, para leerlas con tranquilidad en casa y disfrutar del final de la historia.

Y por último, una lectura de verano debe tener la capacidad de poder ser prestada, para que otro también la tenga como lectura de verano, y así poder comentarla en los momentos de tomarse un granizado.

Las lecturas de verano que recuerdo con mayor cariño son los libros de Harry Potter (hasta el quinto, a partir del sexto se convierte en una lectura de intimidad), leídas en la piscina y siendo la envidia de los niños que pasaban frente a mí y no se explicaban cómo yo, una adulta, estaba leyendo un libro que ellos ni siquiera habían podido ver en cine porque aún no había sido adaptado.

Seguro que cualquiera que lea esto tiene una opinión muy distinta de lo que una lectura de verano debe ser, pero, sin duda, estas son las mías.

Y ahora os dejo, que tengo que continuar leyendo mi nueva lectura de verano.