jueves, 18 de abril de 2013

La muerte de un artista


Esta semana me ha sucedido algo que ya me había sucedido en anteriores ocasiones. Por casualidad estaba leyendo un libro de un autor que, mientras yo leía el libro, él fallecía. La vez anterior se trató de José Saramago y El viaje del elefante. En esta ocasión se ha tratado de La sonrisa etrusca de José Luis Sampedro. En todas las ocasiones ha sido casualidad. Esta vez yo ya había leído el libro (cosa que no recordaba hasta que comencé a leerlo) pero ha sido elegido en mi club de lectura y lo estaba releyendo. El caso es que yo había empezado a leerlo antes de que él falleciera y ha habido gente que me vio leyéndolo… y nadie me dijo nada. Entonces, él falleció, apareció en medios de comunicación y todos conocimos la noticia. Yo, por supuesto, continué leyendo el libro porque ya lo había empezado.



A partir de ahí, todo el que me veía leyendo el libro, gente que anteriormente ya me había visto y no me había dicho nada, empezó a preguntarme si estaba haciéndole un homenaje, si me estaba gustando, me decían que ellos ya lo habían leído o lo estaban releyendo en ese momento. En fin, que a partir de ese momento muchos se han convertido en fieles seguidores del autor recientemente fallecido. Igual que me sucedió con Saramago hace unos años.



¿Por qué todo esto? Cuando un autor muere, su obra se vende más, la gente está más interesada y todos hablan del buen escritor (o pensador, o director, o actor) que era. Que no estoy diciendo yo que no lo fueran (ni mucho menos), lo que sí digo es que ya lo eran antes de morir. ¿Por qué la gente solo se da cuenta de ello, o parece darse cuenta, a partir de su muerte? Cuando un director o actor muere, las televisiones emiten ciclos homenaje, cosa que no veo mal; lo que sí me parece mal es que la gente esté más dispuesta a que le gusten la obra de un artista después de su muerte y esto ha sucedido desde tiempos inmemoriales.

Personalmente, yo nunca hago eso. Si un escritor me gusta, puedo hacerle un homenaje después de su muerte. Pero si no me gusta, o no me ha llamado la atención, no estoy más interesada en su obra por el hecho de que haya muerto. Insisto, a mí José Luis Sampedro no me ha llamado nunca la atención. Leí La sonrisa etrusca por casualidad y la estoy releyendo por una coincidencia, no por hacer un homenaje a alguien que no me había llamado la atención antes.


¿Que qué me ha parecido el libro? Todos los que me dijeron que habían leído el libro me decían que les había encantado y, releyéndolo, he entendido fácilmente por qué: ¿acaso hay algo más hermoso que la relación de un abuelo con su nieto? Y hay, además, algo que me ha gustado mucho de la forma en la que Sampedro ha escrito el libro: el narrador omnisciente desde el punto de vista de Salvatore. De esta forma se muestra el punto de vista del protagonista y solo se intuye el punto de vista de los demás personajes, que también son muy interesantes, pero que se tienen que redondear en la imaginación del lector.

2 comentarios:

  1. Estimada amiga,

    Chapó, pienso igual.

    Aunque yo suelo hacer homejanes a la gente a la que sigo (Recuerdo el chupito de tequila en Honor a Chavela), no lo hago si el artista, escritor, personaje, no me gusta.

    Estoy contigo

    ResponderEliminar
  2. Estoy totalmente de acuerdo en hacer homenajes (de hecho, yo hago bastantes incluso sin ningún motivo). De lo que no estoy de acuerdo es de que cuando un artista muere, haya gente que le haga homenajes, gente que antes de morir no los seguían. Me parece muy hipócrita.

    Me alegro de que te haya gustado ;-)

    ResponderEliminar